Durante la primera mitad del siglo XIX, con la Guerra de Independencia donde liberales de ambos países lucharon juntos contra el Antiguo Régimen, ya surgieron iniciativas para concretar esta voluntad de integrarse.
Así, tras la guerra se planteó conceder la corona a la regente de Portugal en vez de a Fernando VII, uniendo así ambos reinos, aunque dicha propuesta no fructificó.
Exiliados en Londres, muchos liberales empezaron a proponer una unión ibérica de carácter federal, consistente en siete estados. Y poco después, tras la Revolución de 1848, y en la estela de la Reunificación alemana o el Risorgimento italiano, se funda en Paris el Club Democrático Ibérico, con exiliados portugueses y españoles.
Este Club Ibérico llego a contar con más de 400 miembros, que incluso tomaron las calles y se manifestaron frente al Hôtel de la Ville de Paris con banderas y emblemas ibéricos, vitoreando a la federación.
Lamentablemente el Club Ibérico acabó dividiéndose, entre los que buscaban una unión monárquica, creando la Unión Ibérica, y los que propugnaban una integración republicana, que crearon la Federación Republicana Ibérica. Un rasgo verdaderamente ibérico, éste de dividir y restar pretendiendo sumar...
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