dimarts, 8 de desembre del 2009

Iberismo y españolismo

Artículo aparecido en el diaro digital laopiniondegranada.es el 09/08/2009, donde se reflexiona acerca de la aversión de la derecha españolista hacia la idea de una Iberia unida.

Iberismo y españolismo

Hace unos días se presentó una encuesta realizada por el Centro de Análisis Sociales de la Universidad de Salamanca que expresaba la simpatía del 40% de los portugueses y el 30% de los españoles a una eventual federación ibérica. El dato indica un crecimiento de la tendencia iberista y una disminución de la indiferencia en ambos lados. Está muy por encima de las previsiones y es sorprendente. No es de extrañar que todos los periódicos de un lado y otro lo recogiesen. En la página web del Centro universitario salmantino pueden consultarse las reseñas de la noticia en treinta y nueve periódicos españoles y diecisiete portugueses. Pero dentro de los que recogieron la noticia hay quien la destacó y la desarrolló (El País) y quien la puso en una esquina reproduciendo sin más la nota de la agencia EFE (La Razón y El Mundo).

Hace dos años, José Saramago defendió el iberismo en una entrevista concedida a un periódico portugués. La reacción a la propuesta de Saramago fue más viva allí. Lo curioso a este lado fue también la reacción del neonacionalismo liberal y clerical. Por ejemplo, Libertad Digital recogió estas declaraciones en tercera fila y con un titular en el que convertía en noticia sólo la reacción a la noticia. El órgano digital de Losantos, Moa y Vidal decía sólo que había duras críticas a Saramago en Portugal por su falta de patriotismo. Curiosa esta reacción de la derecha nacionalista española a un proyecto que en teoría debería llenarlos de orgullo. Cabría esperar una reacción más favorable en estos medios porque, al fin y al cabo, se trata de una España más grande, con la misma población que los grandes de la Unión Europea, tuteándose con Francia y Gran Bretaña.

Pero no es tan sorprendente esta alergia al iberismo de los españolistas si sabemos algo de historia. Y es que, desde el Abate Marchena, el iberismo es inseparable del federalismo y el federalismo no le gusta nada al nacional-catolicismo. Decía un obispo que España y Portugal son hermanas y que, por lo tanto, toda unión entre ambas es incestuosa. La frase es digna de Esperanza Aguirre. Ingeniosa forma de expresar que al obispado no le gusta Iberia, como tampoco le gusta Europa o cualquier otra entidad diferente a la Cristiandad. Los guardianes de las esencias patrias prefieren una monarquía centralista a una república federal. Como mucho, en caso de extrema necesidad, un jacobinismo retórico y patriótico, versión Rosa Díez, pero sin Portugal; con himno, idioma, bandera, selección deportiva y capital indiscutible en Barajas. "Antes roja que rota", decía Dato.

Lo curioso de todo esto es que la federación no rompe, sino que une; mientras que el centralismo fiscal, mediático, cultural y lingüístico genera de forma automática el anticuerpo del separatismo. Lo curioso de todo esto es que una vez más los que defienden la centralidad fomentan la ruptura, mientras que los que defienden el federalismo caminan hacia la unidad.

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